miércoles, 9 de junio de 2010




Etología


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La etología (del griego ethos, "costumbre") es la rama de la biología y de la psicología experimental que estudia el comportamiento de los animales en libertad o en condiciones de laboratorio, aunque son más conocidos por los estudios de campo.
Los científicos dedicados a la etología se denominan etólogos. La etología corresponde al estudio de las características distintivas de un grupo determinado y cómo éstas evolucionan para la supervivencia del mismo.
La etología es la ciencia que tiene por objeto de estudio el comportamiento animal. Los seres humanos, también animales, formamos parte del campo de estudio de la etología. Esta especialización se conoce con el nombre de etología humana.
Los objetivos de los etólogos son el estudio de la conducta, del instinto y el descubrimiento de las pautas que guían la actividad innata o aprendida de las diferentes especies animales. Así, los etólogos han estudiado en los animales aspectos tales como la agresividad, el apareamiento, el desarrollo del comportamiento, la vida social, la impronta y muchos, muchos otros. En estado salvaje, los animales se manejan con ciertos códigos impuestos por la propia lucha por la supervivencia, por ser el más apto para dirigir una manada o ganarse el derecho a comer o a copular primero.[1]



Historia de la etología


A principios del siglo XX se creó la psicología comparada, que consistía en el estudio de la conducta y las capacidades psicológicas de las diferentes especies animales y que, en este sentido, consideraba la conducta humana como uno de los muchos tipos de conducta animal. Los conductistas utilizaron este método en sus estudios, pero a partir de 1973, cuando los científicos Konrad Lorenz, Karl R. von Frisch y Niko Tinbergen recibieron el Premio Nobel por sus estudios sobre la conducta de los animales, la etología comenzó a considerarse ciencia con pleno derecho, y la psicología comparada se integró en esta nueva ciencia.
En Europa, la investigación del comportamiento animal se desarrolló resaltando los estudios de campo y las conductas instintivas. Hemos de destacar a algunos de los más brillantes etólogos: Konrad Lorenz, con su estudio sobre la impronta en los gansos; Karl von Frisch, centrado en el sistema de comunicación de las abejas, y Niko Tinbergen, interesado en el estudio sobre el instinto en el espinoso. En los Estados Unidos, durante la primera mitad del siglo XX, destacó una investigación del comportamiento animal centrada en las conductas aprendidas en medios controlados. Estas investigaciones dieron lugar a la psicología comparada y al conductismo.
En 1951, Niko Tinbergen publicó The Study of Instinct (El estudio del instinto), donde plantea las cuatro preguntas sobre las que se apoya la etología (causacional, del desarrollo u ontogenético, evolución y filogenético), y se encarga de hacer una distinción entre la psicología comparada y la etología. En 1966, Robert Hinde hace una síntesis de las dos, y distingue los aspectos más destacables de cada una.
Los cuatro porqués etológicos

Causal

Intenta averiguar la causa directa del comportamiento. Podemos hacer aquí dos dicotomías sobre el tema:
Causa interna o externa
La causa interna es un modelo de caja abierta, intenta explicar la causa a nivel fisiológico. La causa externa intenta responder a la pregunta de qué causa externa ha desencadenado la respuesta etológica, como si de un modelo de caja cerrada fuera, sin preocuparse del motivo fisiológico.


Modelo de hardware y software


El modelo de hardware intenta explicar las causas que se ven, las causas sensibles de ser estudiadas directamente. El modelo de software intenta explicar las causas que no se ven, por lo general cognitivas, aunque esa definición es discutida.

Desarrollo
Intenta averiguar el comportamiento etológico del organismo, ocasionado por las anteriores situaciones o causas.

Evolutivo
Intenta responder qué beneficios obtiene el animal de un comportamiento y qué ventajas evolutivas ha tenido para que este sea seleccionado. Por ejemplo, ¿qué ventaja evolutiva obtiene una gallina de cuidar a sus crías y no abandonarlas?

Filogenético
Intenta responder a la pregunta de ¿cuándo apareció dicho comportamiento en la historia evolutiva de la especie?


Comportamientos innatos y aprendidos
Otro problema que aborda la etología es si un comportamiento tiene bases genéticas o es básicamente aprendido. Durante décadas, muchos etólogos -entre ellos Konrad Lorenz-, proponían que un comportamiento o era innato o aprendido. En cambio otros científicos de la rama de la psicología y otros de ramas diferentes afirmaban que los comportamientos podían tener características de los dos tipos. Finalmente, se llegó a la conclusión de que, aunque un factor sea innato o aprendido, en muchas ocasiones tiene parte de ambas cosas: requiere aprendizaje o un conocimiento innato para su correcto desarrollo.

Definiciones de etología

Existe cierta tendencia dentro de la etología a eludir una definición formal de la misma, y las definiciones existentes son amplias y ambiguas. Algunas de las definiciones de etología son las siguientes:
1951 - Nikolaas Tinbergen: Estudio objetivo del comportamiento (más tarde estudio biológico de la conducta).
1979 - Irenäus Eibl-Eibesfeldt: Estudio comparado del comportamiento.
2009 - Manuel Soler: La ecología del comportamiento (originada por el enfoque adaptacionista de la etologia) ha conseguido un protagonismo tan marcado que se la puede considerar como la etología moderna.[2]


Bibliografía


Carranza, J. (Ed.). (1994). Etología: Introducción a la ciencia del comportamiento. Cáceres: Universidad de Extremadura.
Font, E.; Colmenares, F. y Guillén-Salazar, F. (1998). El lugar de la etología en las ciencias del comportamiento. Revista de Psicología General y Aplicada, 51(1): 55-83
Guillén-Salazar, F. (1996). Comportamiento animal y sociedad: Una introducción a la etología aplicada. En: Etología, psicología comparada y comportamiento animal. (F. Colmenares, ed.), , pp. 113-133. Madrid: Síntesis.
Guillén-Salazar, F.; Pons-Salvador, G. y Carpintero, H. (2001), El desarrollo histórico del estudio del comportamiento animal en España: desde el Renacimiento hasta nuestros días. Revista de Psicología General y Aplicada, 54 (2): 331-344.
Soler, Manuel. (2009). Adaptación del comportamiento: comprendiendo al animal humano, Síntesis, 2009, ISBN 978-84-975-664-3-8
Pozuelos Jiménez de Cisneros, A. (2004). La etología del perro. Madrid: Ateles.

conducta en caballos






CONDUCTA ANIMAL







Equinos
El comportamiento del caballo

La etología es una ciencia muy apasionante que estudia el comportamiento de los animales, y muy en especial, al tratarse de la conducta equina.
El caballo, al igual que otros mamíferos, tiene normas de conducta que se fueron transmitiendo a través de miles de generaciones. Debido a la domesticación, algunas conductas se fueron perdiendo y otras se modificaron. Pero, aún hoy, en algunos lugares de nuestro país en que los caballos viven en estado semisalvaje se pueden observar patrones de comportamiento ancestrales.

La psique, el carácter y los sentidos del caballo

El caballo es un animal instintivo que aprende a través del reflejo condicionado, y lo fija en su memoria retentiva. Tiene una gran capacidad de memoria. En general, no es un animal agresivo, es, más bien, temeroso y sensible al dolor. Posee la capacidad de huir a gran velocidad. Le es propio un instinto gregario muy desarrollado expresado al vivir en estado salvaje formando manadas. Dentro de este grupo organizado socialmente los más jóvenes aprenden de la observación del comportamiento de los adultos.
El temperamento es nervioso, lo que está muy relacionado con la genética, con la raza y con el orden social dentro de una manada.


Los sentidos
La vista: este sentido está muy desarrollado en el caballo, pero tiene límites. Posee excelente visión lateroposterior, pero de frente ve correctamente a una distancia mínima de doce a catorce metros por delante de sus ojos. Por eso, los caballos lateralizan la cabeza al observar algo de repente que se halla a poca distancia.
El olfato: también es un sentido que tiene muy desarrollado. Le es útil para encontrar a grandes distancias la presencia de alimentos y/o abrevaderos, para el reconocimiento de su especie, como por ejemplo: de la madre al potrillo en el nacimiento. Asocia, generalmente, el olor a adrenalina y el olor a sangre con el peligro.
El tacto: Lo tiene desarrollado en las extremidades, los pelos del mentón y los pelos de los labios.
Sexto sentido: Es la capacidad que tienen para detectar con anticipación los cambios atmosféricos. Es común observar las corridas por un potrero en los días de mucho viento y el ubicarse de cola al viento y/o a la lluvia en los días de temporal.
El equino duerme muy pocas horas por día y lo hace echado; parado sólo suele dormitar y esto lo hace varias veces al día, manteniendo un perfecto equilibrio sin realizar grandes esfuerzos, gracias a la capacidad exclusiva que tiene para trabar las articulaciones de la rodilla de sus miembros posteriores.

Estructura social

Instinto gregario natural: Forman grupos, generalmente de dos a veintiún individuos (Harén) comandados por un padrillo y el resto lo conforman las yeguas y las crías. El número de yeguas que tiene cada padrillo está balanceado naturalmente por la capacidad de este último para poder aparearse con una cantidad determinada de hembras. Las hembras que no se reproducen a menudo son expulsadas de la manada. Las crías permanecen en el grupo hasta los veinte y veinticuatro meses de vida (madurez sexual), momento en que el padrillo los elimina de la manada y forman una manada de machos jóvenes y una manada de hembras. El grupo de machos está liderado por el individuo más dominante del grupo que, poco a poco, va expulsando a los integrantes uno a uno, y estos se van incorporando a manadas de potrancas solas y así se van formando nuevas manadas.






Las peleas

Los equinos no tienen hábitat exclusivo, lo comparten y, a veces, lo disputan con otras manadas, lo que genera peleas entre padrillos de diferentes grupos. Existe en estas situaciones una actitud muy características: el macho se ubica delante de sus yeguas y balancea el cuello como forma de amenaza a su rival. Si el contrincante no se retira, el paso siguiente es la actitud de intentar a morder a su rival, y si con esto tampoco se retira, generalmente, se muerden y se patean. Los sitios más comunes en que se lesionan son: el cuello, la parrilla costal, y la zona genital. Difícilmente se maten en una pelea.
El padrillo reconoce a sus yeguas por el olor de la orina y la materia fecal y posee la actitud instintiva de orinar y defecar sobre las sustancias excretadas de sus yeguas para que otros padrillos no las puedan localizar por el sentido del olfato.



La conducta sexual

La yegua se clasifica como un animal poliéstrico estacional, es decir, que tiene varios ciclos sexuales de, aproximadamente, veintiún días, en una época determinada del año. El estímulo para que los ciclos comiencen es la cantidad de horas de luz del día, por eso los ciclos comienzan en primavera, en que los días empiezan a ser más largos. La mayoría de los celos que se dan en las estaciones de otoño e invierno son infértiles, porque, si bien las hembras manifiestan celos muy pocas de ellas, aproximadamente, un diez por ciento tienen la capacidad de ovular y, por consiguiente, de concebir.
En Ecuador, por ejemplo, porque las estaciones del año no tienen una diferencia marcada respecto a la cantidad de horas de luz del día, las yeguas tienen la capacidad de concebir durante todo el año.
En nuestro país existe un porcentaje de yeguas que se comportan como poliéstricas continuas, al igual que en Ecuador; esta es la razón del porqué se dan en nuestro país nacimientos de potrillos en el mes de julio.
El ciclo de veintiún días de la yegua se divide en una etapa de siete a nueve días de duración, en que la hembra es receptiva al macho y catorce días en que lo rechaza.
Los síntomas de receptividad sexual son: inmovilidad de la yegua ante la presencia del macho, elevamiento de la cola, centelleo vulvar, y la micción repetida.


El cortejo más sensual y espectacular

El macho equino es uno de los que más corteja a la hembra antes de la cópula, y es el que realiza el cortejo más sensual y espectacular del mundo animal. El padrillo mira a la hembra en celo, para las orejas y clava la vista en su objetivo, luego trata de mostrar el mayor volumen corporal posible doblando su cuello, abre sus ojos lo más que puede, dilata los ollares, expone con desplazamiento elegante su físico delante de la hembra y, recién entonces, se acerca de frente a la yegua, olfatea sus ollares, continúa por las orejas, el cuello, las axilas, el bajo vientre, luego lame los miembros posteriores y recién después de esto se dirige a la zona genital en que, al captar el olor de las hormonas femeninas, el padrillo estira el cuello y levanta el labio superior mostrando sus dientes (reflejo de Flehmen). A continuación, golpea a la yegua con el pecho para cambiarla de posición y, recién ahí, se realiza la monta y la copulación.
Al haber en una manada más de un padrillo, el jefe de la manada realiza el sesenta por ciento de los servicios, los demás machos realizan un treinta por ciento y el diez por ciento lo realizan machos solitarios en los descuidos del macho líder.

Alteraciones del comportamiento

En muchas circunstancias el actual manejo de los equinos puede predisponer a situaciones de comportamientos aberrantes o patológicos. Estas alteraciones del comportamiento son más comunes de observar al privarlos de su libertad, situación que llega al extremo en los caballos de carrera que viven veintidós horas del día en un box de cuatro por cuatro metros. Esto no sólo les trae problemas de cambio del comportamiento, sino también los predispone a diversas patologías de origen respiratorio, locomotor, digestivo, reproductivo...

Alteraciones sexuales


Anormalidad de los ciclos en las yeguas: las yeguas en estabulación que se entrenan para correr frecuentemente desarrollan problemas ováricos, uterinos y alteración de los ciclos sexuales, teniendo, a veces, celos extremadamente largos. Estos problemas son potenciados, la mayoría de las veces, por el uso indiscriminado de anabólicos basado en hormonas sexuales masculinas que convierten a las yeguas en verdaderos padrillos, desde el punto de vista de las actitudes y el comportamiento, incluso de su masa muscular. A veces hasta llegan a montar a otras yeguas.
Masturbación: Este comportamiento puede o no tomarse como un vicio. Esta comprobado que tanto los padrillos como los burros que viven en estado natural con sus manadas de yeguas realizan el acto de masturbación varias veces al día. Los caballos de carrera, a menudo, se masturban en el box, pero muy pocas veces llegan a tener una verdadera eyaculación. Esta actitud, también está potenciada por el aburrimiento y por el encierro. No está comprobado que la masturbación con eyaculación en el caballo disminuya su perfomance en carrera.

Algunos enigmas

Dejaremos planteados algunos enigmas que los científicos no pueden descifrar respecto de la raza equina.
No existe explicación, aún, de cómo las yeguas son capaces de postergar el parto en situaciones de peligro; cómo es posible que la mayoría paren de noche; por qué razón al juntarse en un grupo yeguas de diferentes orígenes y en distintos estadios de su ciclo sexual, al tiempo, ovulan, la mayoría, en la misma época; por qué razón la muda de pelo de primavera coincide con el primer celo de la temporada reproductiva en la mayoría de las yeguas; por qué motivo las yeguas de pelaje tobiano tienen mayor tono uterino que las demás yeguas.

El caballo y el hombre

La relación del hombre y el caballo es un tema muy amplio, que merece un espacio exclusivo. Por ahora transcribimos esta breve síntesis que sugiere la magnitud del tema.
"Durante siglos, el caballo ha tenido una relación única con la raza humana. Se ha utilizado para el trabajo, para la guerra, como mensajero o como objeto de belleza, para el deporte y para el placer, trabajando en las minas o en ocasiones ceremoniales, para el ocio y la caza. También ha sido el protagonista de grandes obras de arte de todo el mundo." (*)
En la historia de nuestro país hubo dos grandes utilizadores del caballo: el gaucho y el indio. Ellos generaron una relación sumamente especial, en la que se incluye el aspecto utilitario, ya que fue un medio de transporte único para conseguir alimento, para trabajar, para pelear, para huir, para viajar...; y el aspecto afectivo, que lo constituye en un compañero inseparable que compartía la mayoría de los lugares de la vida, social e individual, de estos hombres.
En ciertos casos, por decisión propia - este animal que tiene la capacidad de despertar en algunas personas una admiración y un valor afectivo tal que ninguna otra especie doméstica ha podido lograr -, ha salvado vidas humanas.

Ilustración: E. Castells Capurro

(*) Extracto de Guía Completa del Caballo de Jane Holderness - Roddam (Editorial La Isla).
* Fotografía: José Poquet
Revista PAN Nº 3 - Invierno 1998

jueves, 3 de junio de 2010

Conducta animal


La Conducta es una cualidad propia de los seres vivos. Se trata de una operación vital gracias a la cual se desenvuelven activamente en su medio. La conducta no es una respuesta pasiva del organismo al medio, es una respuesta con un propó­sito vital, una respuesta que también es propuesta. El ser vivo no responde al estímulo de forma mecánica, sino de forma intencional.

Desarrollar una conducta es conducirse, llevarse a alguna parte, no a cualquier parte, sino a aquella exigida por los fines del organismo en compenetración con las posibilidades que ofrece su medio. Por modesta que sea, toda conducta consiste en el desarrollo de un plan cuyo objetivo es anterior a su ejecución. Un plan del que el animal no es consciente, y que requiere por ello la existencia de estructuras de la conducta prefijadas por la herencia.

La conducta animal es siempre la respuesta a los datos captados del mundo circundante. Para cada especie, un con­junto bien determinado de sensaciones actúan como estímu­los que desencadenan una conducta similar en todos los indi­viduos. Es decir, la conducta agresiva, sexual o alimenticia se pone en marcha ante la presencia de situaciones biológica­mente desencadenantes. Tales desencadenadores son fijos y están determinados genéticamente. La adecuación estímulo respuesta es lo que constituye la especialización animal. A esa conducta innata, estable y automática se la denomina instinto.

Alimentarse y reproducirse son los fines de todo animal. Pero esos fines no se los da el animal a sí mismo, sino que le vienen dados o programados de antemano por el instinto. Y la función del conocimiento animal no es alterar estos fines, sino alcanzarlos del mejor modo posible.
En el hombre, en cambio, el conocimiento se autoprograma y establece sus propias finalidades. A un conocimiento que tiene esas caracte­rísticas se le llama espíritu, y al sujeto que lo posee, persona.
Gracias a esa capacidad de autoprogramarse, el hombre es el único animal «capaz de hacer promesas» (Nietzsche), «fin para sí mismo» (Kant), que «elige sus propios fines» (Tomás de Aquino), «medida de todas las
cosas» (Protágo­ras): definiciones que enuncian, con diferencias de matiz, la misma tesis.